Barcelona, domingo 22 de enero a las seis y media de la tarde. Hace un frío que no recordaba en la ciudad y llego casi corriendo, huyendo del frío y atraída por la curiosidad que me genera esa prometedora sesión de cine etnográfico de la desconocida Chick Strand.

Al parecer no suele ser común tal afluencia, pero la cola es larga y la sala se llena de espectadores. La sorpresa de los fieles al
XCÈNTRIC me recuerda el lleno de tres días antes en el mismo
CCCB en la conferencia de la feminista Remedios Zafra Cuerpo, deseo y ciberespacio, donde ella misma reconoció que no estaba acostumbrada a hablar a un número de espectadores tan alto. Reconforta ver que hay tanta gente expectante a lo que las mujeres tienen que decir y aunque la presencia en instituciones del calibre de esta aún está distante a ser igualitaria entre hombres y mujeres, el interés de la gente está diciendo que queremos consumir pensamientos y relatos femeninos.
Pero volviendo a la figura de la documenalista, Strand fue una cineasta experimental de la costa oeste de Estados Unidos, que desarrolló su carrera cinematográfica y documental en Latinoamérica, con obras en Venezuela y México. La sesión presentada por el cine del CCCB nos mostró cuatro cortometrajes en la sesión Cine etnográfico de Chick Strand:
Anselmo, 1967, 3 min
Cosas de mi vida, 1976, 25 min
Anselmo and the Women, 1986, 35 min
Señora con flores, 1995/2011, 15 min
Los tres primeros films nos muestran la vida de Anselmo, un personaje al que acompaña durante dos décadas, generando una simpatía hacia ese señor que va narrando su historia de vida. La primera pieza, la más experimental a nivel visual y narrativo está plagada de superposiciones y solarizaciones y da cuenta de las dudosas fronteras entre géneros y modos cinematográficos. Si la ficción y la no ficción se funden de forma natural en estos documentales, la fuerza de lo real es indudable y las innovaciones formales no hacen más que subrayar emociones ya de por sí recalcadas con los primeros planos constantes de la artista. Nos acerca tanto a los personajes, que incluso a veces incomoda como si esos sujetos estuvieran sobrepasando constantemente el espacio personal propio a través de la pantalla. Cuando la sesión iba avanzando, mi cabeza pedía un plano amplio para descansar de esos zooms pero, lejos de ser un mero defecto formal, es la forma que tiene Chick Strand de hacernos llegar a los personajes, objetivo último de sus obras.
"Me gusta hacer películas sobre una persona o una familia o dos personas de dos culturas dentro de un proceso de aculturación; me gusta examinar la vida personal con detalle. Soy capaz de filmar un primer plano de uno de los hilos que formarán el tapiz del conjunto de esa cultura. En varias de mis películas, empecé observando cómo se tejían los hilos entre sí, cómo se separaban, cómo se volvían a unir." Chick Strand (publicado originalmente en Wide Angle, n.2, 1978. Traducido del inglés por Francisco Algarín Navarro. Encontrado en Especial Chick Strand, Notas de una artista sobre el cine etnográfico, R
evista Lumiere, enero 2017).
Y, al hilo de este texto, recomiendo el
especial de Chick Strand publicado por la revista Lumiere en el que podréis encontrar diez textos, de la artista y de críticos, como en el caso de
Jonas Mekas, que critica negativamente a la cineasta de una manera sincera, declarando que aunque quiere que le guste no lo consigue.

En mi opinión, la forma de narrar de Strand, poco fluída en términos de harmonía visual, ya que deja poco respirar la mirada sobre planos fijos y planos abiertos, nos lleva a centrarnos en el personaje, atrapados en él. Nos muestra con simpatía a Anselmo, para después mostrarnos cómo son las mujeres con las que mantiene relaciones, generando un cuestionamiento hacia el antes apreciado personaje. A nivel etnográfico, no debemos olvidar que es con este apelativo que nos han prometido de su cine, Strand nos muestra cómo son las relaciones amorosas o familiares en el México de la segunda mitad del siglo XX, cómo las relaciones se alejan del ideal católico de la familia estable y cómo el hombre busca dejar un gran número de descendientes, el máximo que él pueda darle lo básico, aunque como vemos a veces no llegue a hacerlo.

El papel de la mujer lo podemos analizar a través de la última película mostrada, Señora con flores, una poesía visual sobre una mujer real, que trabaja constantemente con bellas flores que la envuelven y la elevan a otro plano, lejos de su marido, alcohólico y maltratador. Chick Strand la elogia y la ensalza aún más a través de un registro de color brillante. A través de la belleza de esas flores, que ella misma recoge con sus manos, carga en sus hombros y vende puerta a puerta, subsiste. Otra vez vemos la mujer latinoamericana descrita por sus gestos, por sus manos, por su hacer y es que es esto lo que considera Chick Strand que describe a las personas, no sus rituales especiales, las grandes festividades, sino en lo que dedican su día en los rituales diarios íntimos.
Sonia Hita